El Dolmen de Dombate y la "nueva normalidad"

25/5/2020


Alguna mente ilustre ha decidido que la época de rebrote de una pandemia como la del coronavirus, la peor que se recuerda a escala contemporánea, es el momento ideal para promocionar el Dolmen de Dombate con una serie de conciertos a puerta cerrada en el pabellón del megalito como parte de un menú de lo más variado. Y todo, en un momento en el que hasta la propia Organización Mundial de la Salud reconoce el alto nivel de transmisibilidad que el virus tiene por el aire.

A 24 de julio, los nuevos casos de Covid-19 a nivel estatal han subido a 971 en tan sólo 24 horas, países como Francia y Portugal ya estudian el cierre de fronteras y hasta el Ministerio de Sanidad reconoce que podríamos estar viviendo una segunda ola de contagios. Y Galicia también forma parte del repunte.

Mientras tanto, el afamado alcalde popular de Cabana de Bergantiños considera que es el momento de la promoción turística. Porque aunque en el resto del país -y en buena parte del mundo-, la prioridad sea protegerse frente al impacto del coronavirus, aquí lo importante para José Muíño Domínguez y sus acólitos es seguir con la matraca. Es momento de reivindicarse y justificar la cuantiosa subvención de 60.000 euros recibida de la Diputación de A Coruña. Para unos, por seguidismo partidista. A otros, porque les va el sueldo en ello.

La realidad, sin embargo, es que tan responsable es quien diseña como quien permite y que este hecho como tantos otros a lo largo de estos últimos años vuelve a demostrar que la mayor urgencia es que la Xunta de Galicia se haga cargo del centro y derive su gestión a verdaderos profesionales de la arqueología. Por desgracia, , como así se ha demostrado, a día de hoy el Dolmen de Dombate va más allá de las capacidades de la Diputación coruñesa.

Dejando de lado la promoción turística mal entendida y del impacto del coronavirus, ¿dónde queda la protección de las pinturas del monumento? ¿Se permitiría, por ejemplo, en la cueva francesa de Lascaux un ciclo de conciertos al lado de sus pinturas rupestres? está claro que no. Primero por motivos de conservación, pero sobre todo por sentido común. Porque el Dolmen de Dombate no necesita más promoción turística incontrolada, sino más sentido común.

Pueden parecer poco, pero aún desconociendo si su significado trascendía la finalidad ornamental en el momento de su ejecución, los tenues trazos de color que todavía conserva en algunos de sus ortostatos el Dolmen de Dombate nos conectan con un mundo apasionante e ignoto que merece, ante todo, nuestro respecto y admiración.

En este sentido, el Convenio Europeo para la Protección del Patrimonio Arqueológico habla alto y claro: la necesidad de proteger los bienes arqueológicos no sólo han de basarse en el control administrativo y científico, sino que esta debe quedar también reflejada en las políticas de desarrollo cultural.

(Texto en galego)